Astrología y mitología en el siglo XXI
En nuestros días se puede afirmar que la mitología ha aportado importantes elementos tanto a la práctica de la astrología como de la psicología, pues ambas ramas del saber han ganado con el nuevo enfoque que ahora los psicólogos le dan a la mitología. La nueva fusión entre mitología, astrología y psicología permite un acertado y directo estudio de la carta astral, porque ésta advierte sobre los puntos más conflictivos o las áreas inconscientes del individuo, mientras que la claridad sobre las motivaciones inconscientes otorgada por el análisis psicológico permite rescatar información más útil y profunda para orientar a la persona en el auto conocimiento y la aceptación de sí misma. Se podría resumir afirmando que toda la simbología que encontramos en los mitos corresponde a lo que ahora se conoce como “arquetipos”, pero para penetrar correctamente esta idea lo mejor es a través de un ejemplo, y la narración del mito de Urano resulta extremadamente apropiada e interesante para tales efectos:
Según este mito, Urano, que era el dios de los cielos estrellados y el vasto espacio ilimitado estaba casado con su propia madre Gea, quien tenía el control de la Tierra, lo que la vuelve un símbolo de lo terrenal y lo material. De acuerdo al mito, Urano descendía todas las noches a yacer sobre la Tierra, lo que produjo una gran variedad de hijos un tanto extraños como los Titanes, los Cíclopes y otros tipos de seres deformes. Sin embargo, Urano no estaba conforme con los hijos que engendraba, encontrándolos feos y toscos, muy distintos de los hijos que soñaba para su progenie y, por lo tanto, no los admitía en la existencia y los volvía a enterrar en el vientre de la Tierra, lo que representa el destierro al mundo del inconsciente de todas aquellas partes de nosotros que no nos gustan. Como la Madre Tierra no se encontraba muy contenta con su vientre lleno de hijos rechazados, rogó a éstos que alguno castrara a su padre. Cronos, que corresponde a Saturno, aceptó la responsabilidad de dicha tarea y al caer la noche, cuando Urano volvía a descender sobre la Tierra, cortó los órganos genitales de su padre y los arrojó al mar. Pero unas gotas de sangre del miembro amputado cayeron al suelo, es decir al útero de la Tierra, lo que dio nacimiento a Las Furias, tres diosas cuyos nombre se traducen como envidia, venganza y odio. El mito termina cuando Cronos arroja los genitales de su padre al mar, pero éstos al confundirse con la espuma del mar, dan nacimiento a Afrodita, que corresponde a Venus, la diosa del amor.
Aunque la narración del mito parece más la lectura de una historia de horror, no se debe olvidar que los mitos no deben ser entendidos literalmente sino en forma simbólica, y recordar que cada personaje y cada una de sus acciones son representaciones de situaciones, actitudes y necesidades inconscientes que forman parte de nuestros procesos psíquicos frente a determinadas realidades. Si analizamos este mito desde el punto de vista de la astrología psicológica y comparamos cada suceso y cada actitud con circunstancias de la vida real, no será difícil entender la correlación en significados y valores morales.
Empecemos pues: Urano era el dios de los cielos, lo que representa su asociación con el mundo de las ideas, las visiones y los ideales en contraposición a su esposa-madre la Tierra, que simboliza los aspectos prácticos y materiales de la existencia humana. El acto de rechazar a sus hijos y enterrarlos nuevamente en las profundidades de la Tierra, encarna nuestra habitual actitud frente al hecho que, cuando creamos en nuestra mente la imagen ideal del tipo de relación, negocio, sistema social, etc. que nos gustaría crear y nos lanzamos a realizarla, en la práctica las cosas nunca terminan siendo como las imaginamos al principio y como resultado de esta decepción, rechazamos el producto de nuestras iniciativas antes de emprender una nueva acción. Esta actitud es especialmente observable en aquellas personas con una fuerte influencia de Urano en su carta astral o temporalmente a través de un tránsito de este planeta.
El mito continua cuando Cronos (Saturno) castra a su propio padre Urano, lo que psicológicamente representa la negación o frustración que provoca cualquier resistencia de las iniciativas que buscan efectuar cambios o realizar algún ideal. A Urano, es decir, a nuestra natural necesidad de crear, cambiar y evolucionar se le puede bloquear por razones representadas por Saturno como son el sentido del deber, un compromiso, las responsabilidades, la necesidad de seguridad o el miedo a lo desconocido, y las consecuencias de bloquear o reprimir esos impulsos tan naturales quedan claramente simbolizadas por las tres gotas de sangre que caen a la Tierra y dan nacimiento a emociones tan negativas y peligrosas como Las Furias (envidia, venganza y odio), porque aunque seamos capaces de controlar y reprimir nuestros deseos de cambiar a través de las habituales excusas saturninas, interiormente bulliremos de resentimiento hacia quienes nos limitan y de envidia por quienes gozan de la libertad que se nos niega. Así, la energía psíquica que se hubiera utilizado en producir los cambios que la persona siente como necesarios, se vuelve en su contra generalmente como una enfermedad, trastornos nerviosos o una depresión por a la gran cantidad de energía psíquica que se requiere para mantener bajo control esos impulsos de cambio. Pero el efecto de Las Furias también se puede experimentar si la situación es la opuesta, porque es mucho más común de lo que uno piensa encontrarnos con el enojo, la envidia o el resentimiento en aquellas personas que se sienten afectadas por los cambios que buscamos introducir en nuestro entorno cuando hemos aceptado el desafío de romper con las situaciones o personas que nos limitan o bloquean. De cualquier forma, el mito nos previene de que igualmente deberemos enfrentarnos a esos sentimientos negativos, ya sea en un nivel interno inconsciente o externo por las circunstancias o personas con las que nos relacionamos.
Afortunadamente, el mito termina con el nacimiento de Afrodita (Venus) y todas sus cualidades como el principio del amor, la armonía, el equilibrio, la diplomacia y la belleza. Lo que simboliza este nacimiento, después de un hecho tan perturbador como lo sucedido entre Urano y Saturno, es que cuando enfrentamos cualquier situación de cambio o ruptura de una manera delicada y sutil, planteando las nuevas ideas que pueden alterar el estatus quo con equilibrio, sin imponer criterios ni amenazar excesivamente el orden establecido, la transición se produce suavemente y el posible conflicto entre estas dos energías es menos desgarrador.
Este mito nos enseña que aquellas personas predispuestas a favorecer los cambios y buscar nuevas oportunidades para crecer y desarrollarse (Urano) tienden a plantear las cosas de un modo violento, impaciente, impulsivo y que desestructura gravemente a las personas o situaciones que están dispuestas a expresar mayor solidez, orden y seguridad (Saturno), las cuales, a su vez, reaccionan al ataque permaneciendo más firmes e inflexibles o buscando los medios para anular el proceso de cambio. Por lo tanto, lo que la aparición de Venus propone es que se tome una actitud más conciliadora, que busque conservar lo mejor de lo viejo pero dejando espacio para las cosas nuevas.
No obstante, hay ocasiones en que Saturno, es decir, el orden establecido, se resiste a ceder en ningún sentido y en esos casos, tal vez, no quede más opción que enfrentarse a la rigidez del sistema o de la persona y, por consiguiente, a las consecuencias de tal enfrentamiento, o sea, a Las Furias del mito, porque una de las funciones psíquicas que representa Venus es el restablecimiento del equilibrio y la reparación de las injusticias que se han producido en nuestras vidas, ya sea a favor o en nuestra contra.