Los signos y sus cuatro elementos
Tal vez, sean los factores astrológicos más conocidos y utilizados para comprender la dinámica en las relaciones humanas, sin embargo, la astrología psicológica viene a aportar un nuevo enfoque que enriquece esta antigua práctica. Fuego, Tierra, Aire y Agua, los cuatro elementos o las cuatro clasificaciones establecidas para dividir los doce signos en grupos básicos de personalidades, ahora tienen su equivalente psicológico. Carl Jung nos recuerda que en psicología también se tienen cuatro clasificaciones para asignar categorías al funcionamiento de la psique humana, que serían la función intuitiva, perceptiva, pensante y sintiente, que corresponden a los elementos Fuego, Tierra, Aire y Agua.
ELEMENTOS FUEGO – TIERRA
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En el caso del elemento Fuego o función INTUITIVA, ésta se relaciona al tipo de personalidad espontánea, optimista e independiente, capaz de enfrentar al mundo con entusiasmo y confianza, pues se guía por visiones e ideales que no siempre logra llevar a la práctica, y aunque posee una mente brillante y original orientada hacia el futuro y las múltiples posibilidades que imagina, su punto débil es una incapacidad para permanecer en contacto con la realidad y el mundo material de las formas y las restricciones, a las cuales no da mucha importancia, sin embargo, éstas terminan siendo precisamente el obstáculo principal para que le de forma y concrete sus intuiciones, porque la función que permanece reprimida en el inconsciente de Fuego, es su opuesta, es decir, el elemento Tierra o la Función Psíquica Percepción.
Por su parte, el elemento Tierra o la función SENSORIAL se relaciona con el tipo de personalidad más bien práctica, sólida y de confianza que tiene bien desarrollada la perseverancia, la paciencia, la precaución y el autocontrol prefiriendo mantener modelos de conducta convencionales y una actitud modesta, atenta y tolerante. Habitualmente se identifica con sus posesiones y su mayor satisfacción proviene de los placeres que estimulen sus sentidos, sin embargo, su punto débil es una imaginación limitada y conceptos estrechos, porque le cuesta establecer conexiones entre hechos, cosas o personas con un significado más profundo o abstracto de los mismos. Por esto, carece de la inspiración, visión o auto-motivación para iniciar entrar en acción necesitando ser inspirado por otros (más Fuego) que lo estimulen para comenzar algo, porque el elemento o la función psíquica que se encuentra reprimida y opuesta a la Tierra-Percepción es justamente la que está relacionada con la capacidad para ver un significado más allá de las formas físicas y las apariencias, es decir, el elemento Fuego o la Función Psíquica Intuitiva.
Este es el primer par de opuestos que forma parte de la dinámica con la que funciona nuestra psique, y cuyo objetivo es equilibrar áreas del inconsciente que, de manera natural son opuestas y, hasta cierto punto, irreconciliables, pues cualquier persona que se identifique con uno de estos elementos, por tenerlo acentuado en su carta, inmediatamente relegará al inconsciente su opuesto, volviéndose incapaz de reconocerlo o aceptarlo en sí mismo y, por lo tanto, proyectándolo sobre otras personas.
ELEMENTOS AIRE – AGUA
En el caso del elemento Aire o función PENSANTE, describe una personalidad que enfoca racionalmente los hechos y las circunstancias haciendo uso de teorías, ideas y conceptos con una notable objetividad y agudeza mental. Su capacidad para la comunicación, una adecuada expresión y el intercambio de ideas es muy fuerte en esta personalidad, mostrando un comportamiento general amigable y agradable, porque su deseo de sociabilizar y de armonía lo hace buscar la paz en sus relaciones interpersonales. Acepta y se adapta bien a las ideas de los demás, pero tiende a vivir demasiado en la mente dando la impresión de ser una persona fría y carente de emociones, sin embargo, lo que busca es una comprobación de todo a través de las leyes de la lógica y la correcta clasificación de los hechos. Su debilidad está en las emociones y los sentimientos, porque éstos corresponden a su función reprimida en el inconsciente, lo que evidencia cierto descuido y desvalorización de los niveles emocionales, disminuyendo su potencial para tomar conciencia de sus deseos y sentimientos, así como los ajenos, lo que puede terminar siendo una experiencia difícil y dolorosa, por eso suele resistirse intelectualizando y analizando sus sentimientos cosa que, en la práctica, no es imposible.
Finalmente tenemos el elemento Agua o función SENTIMIENTO que habla de una personalidad sentimental y de emociones profundas que lo vuelve muy vulnerable e inestable debido a su receptividad y disposición para captar los sentimientos de los demás. Tiene la capacidad para sentir empatía, ponerse en el lugar de los otros y adoptar su conducta e ideas, sin embargo, y a pesar de dar mucha importancia a sus relaciones, también valora su soledad, tranquilidad y paz, y la expresa a través de una sabiduría y pronunciada percepción inconsciente. En este caso, la Función Pensamiento o el Elemento Aire están reprimidos en su inconsciente, lo que le dificulta dar una explicación razonable para sus acciones u opiniones, ya que éstas se basan en motivos puramente emocionales, y su conflicto con lo racional se evidencia en su incapacidad para enfocar objetivamente cualquier situación que define desde la subjetividad de sus sentimientos. Pero no se debe concluir que esta personalidad no está capacitada para pensar, sino más bien, que tiende a rechazar cualquier pensamiento que desvalorice su sistema para sacar conclusiones y entender la vida desde lo emocional. Este sería el segundo par de opuestos que completa la cruz que se forma al analizar la dinámica del inconsciente.
Las afinidades que se derivan de esta división de los signos, permite entender por qué se producen y a qué obedece tal clasificación. Debemos recordar que la psique humana funciona estableciendo permanentemente equilibrios y compensando aquellos desequilibrios que, de forma natural, se producen en el inconsciente.
En este punto, podemos imaginar una cruz en donde cada par de elementos ocupan un extremo exponiendo el opuesto que debe ser equilibrado. Así tenemos que el elemento Fuego (Intuición) se ubica en el extremo opuesto del elemento Tierra (Percepción), y a su vez, el elemento Aire (Pensamiento) se opone al elemento Agua (Sentimiento).
Se establece una suerte de acuerdo o relación natural con los elementos (funciones) que se ubican a ambos lados de un elemento, pero no así con el elemento ubicado en el extremo opuesto. Éste termina invariablemente siendo relegado al inconsciente.
Por esto, los signos de Fuego, por ejemplo, tienen afinidad con los otros signos de Fuego o con Aire y Agua, pero presenta más problemas en su relación con Tierra, porque estos signos pertenecen al elemento reprimido o más débil en su propia estructura psíquica, lo que asegura la intervención de proyecciones inconscientes en su interacción.
No obstante, y aunque pueden ser los vínculos más desafiantes, las relaciones entre personas de elementos opuestos, son las más importantes, porque por medio de ellas, se puede llegar a integrar y valorar las cualidades y habilidades de la parte inconsciente, logrando equilibrar internamente el elemento más débil en la estructura psíquica personal.