Entendiendo los tránsitos planetarios
TRÁNSITOS PLANETARIOS
Cuando un astrólogo nos advierte que estaremos bajo la influencia de un determinado tránsito, lo que hay que entender es que ha llegado la hora de hacer, sentir o aprender algo específico que necesitamos abordar en ese preciso momento de nuestra vida. No siempre nos sentiremos en sintonía o preparados para tal experiencia, pero definitivamente es el momento que corresponde. Para explicarlo figurativamente, es como cuando nos preparamos para almorzar cuando es pasado mediodía o tomar onces cuando ya son las 5 de la tarde. En el fondo, los tránsitos planetarios hacen las veces de un gran reloj cósmico que nos marca las horas de nuestros procesos internos de crecimiento y evolución personal para que estemos informados de qué tipo de experiencia debemos vivir ahora y cuál después, dependiendo del planeta activo en ese momento. Es una idea bastante fácil de asimilar y no es necesario saber astrología, pero ser guiado por un buen astrólogo en un momento así, puede llegar a ser una importante ventaja si se quiere obtener mayor provecho personal de la experiencia.
Para exponerlo mejor, veamos algunas situaciones. Por ejemplo, cuando se activa un tránsito de Saturno en la vida de un individuo, las experiencias o lecciones que debe vivir son más bien concretas y de tipo práctico, como mayor sentido de responsabilidad, desarrollar la capacidad para esforzarse, disciplinarse, organizarse y trabajar, aprender a reconocer límites y priorizar, concentrar sus energías en iniciativas o actividades concretas y útiles, valorar el factor tiempo que, en general, se vuelve más lento, etc., todo lo cual puede durar desde algunos meses hasta casi un año (si el planeta está retrógrado), experimentando todo esto desde el área de la vida sobre la cual esté transitando. Saturno nos enfrenta a situaciones frustrantes, de lento desarrollo y que exigen mucho más disciplina y esfuerzo del que habitualmente hacíamos para conseguir los mismos resultados que antes, porque parte de su objetivo es promover un proceso de maduración y toma de consciencia interna.
En cambio, con un tránsito de Urano, el tipo de experiencias cambia radicalmente y la velocidad de los sucesos también, porque este planeta, vibrante y veloz, centra sus energías en prácticas más bien mentales, y aunque muchos de los eventos también son hechos concretos, la comprensión, el entendimiento, la liberación y la visión que estimulan durante el año y medio de su acción, despierta mentalmente al individuo, lo sacude hasta los cimientos y le cambia el enfoque que tenía de muchas cosas hasta antes del tránsito. El objetivo de Urano es despertar, sacudir, liberar, renovar e iniciar cualquier proceso de cambio o progreso personal que corresponda en ese momento, pero generalmente inicia con algún tipo de trastorno o sorpresa inesperada que desbarata planes o la rutina establecida hasta ese instante antes de que sus efectos más positivos se puedan empezar a apreciar como algo liberador y positivo.
Por su parte, Neptuno tiene un estilo decididamente emocional y psíquico, y cuando moviliza su energía a través de un tránsito, los acontecimientos que genera son muy diferentes a los dos anteriores, porque en ellos el componente emocional de cada experiencia es medular y el principal motor de aprendizaje para la persona, que suele confundirse fácilmente, por eso sus tránsitos son más largos (casi dos años), para darle tiempo de elaborar lo que está sintiendo. En general, los tránsitos de Neptuno apuntan a lecciones de fe, de certeza en lo divino, de sacrificio, de desprendimiento o de confianza en fuerzas superiores y en las propias habilidades de percepción que todos tenemos, pero que no siempre utilizamos.
Y finalmente, tenemos los tránsitos de Plutón que se viven como si nos estuviéramos muriendo o nos quemaran por dentro, similar a un pequeño volcán dentro de nosotros que a medida que aumenta la presión interna, prepara el escenario y a la persona para un gran cambio, tanto interno como externo, y provoca transformaciones radicales en su interior y en su entorno tal como lo haría un volcán al hacer erupción, sin embargo, en el caso de Plutón, al principio sus efectos no son visibles, y sólo se vuelven observables después de que el proceso interno de “cocción” ha terminado para la persona que experimenta este tránsito, por lo que su tránsito puede tomar durar casi dos años. El objetivo de Plutón es enseñarnos a reconocer el poder del lado oscuro de la naturaleza humana que puede destruir pero también crear nueva vida o nuevos escenarios personales que se sienten como nuevos comienzos, como verdaderos renacimientos.
Todos estos planetas son los encargados de iniciar los procesos de cambio, crecimiento y evolución en la vida de las personas, por eso sus procesos se toman tanto tiempo, porque nadie cambia de la noche a la mañana. Sin embargo, también están los otros planetas como Mercurio, Venus, Marte, y Júpiter cuyos tránsitos son mucho más rápidos, yendo desde un día y medio hasta máximo 10 días (excepto cuando están retrógrados), y son los que hacen la diferencia entre una semana y otra o un día y otro, influenciando nuestros estados de ánimo y los eventos diarios que experimentamos.
Pero qué hace la diferencia para que dos personas que experimentan un mismo tránsito obtengan resultados tan distintos al final? Según mi experiencia, hay dos factores decisivos para esto, el primero es el nivel de evolución interna, madurez o conciencia (como se le quiera llamar) que la persona ha alcanzado para el momento que empieza un tránsito, y el segundo factor determinante es su actitud, la disposición general que muestra ante los acontecimientos que la vida le presenta. Hay personas que suponen que los tránsitos planetarios son destino y que lo anticipado por el astrólogo no puede ser cambiado… eso es un mito que nace de la dificultad que algunas personas tienen para aceptar responsabilidades o las consecuencias de sus propias decisiones, en el fondo, el individuo aún no ha madurado lo suficiente o no ha elevado su nivel de conciencia como para sentirse seguro ante ciertos acontecimientos que exigen mayor responsabilidad o compromiso personal. De hecho, en astrología es más factible “adivinar” los hechos futuros para una persona que tiene un bajo nivel de conciencia que cuando la persona está mejor integrada o es más consciente. Por ejemplo, si un individuo al que le anuncian un futuro tránsito de Saturno con todo el trabajo, las responsabilidades y cargas adicionales que eso conlleva, adopta la decisión de aceptar lo que viene pensando positivamente que le servirá para mejorar su capacidad de disciplina o trabajo, lograr alguna meta específica o aprender más sobre sí mismo y sobre su estilo de trabajo, es mucho más probable que al final del tránsito obtenga resultados más positivos que aquella persona que, desde el principio, se amarga y frustra porque va a tener que esperar, trabajar o esforzarse más de lo que había pensado o deseado, siendo esa misma actitud la que carga negativamente toda la experiencia y perjudica sus posibilidades, porque termina haciendo todo de mala gana, esperando lo peor, con evidentes fallas o sin darse el tiempo ni la preparación suficiente para enfrentar ese tránsito y volverlo a su favor. En el fondo, la diferencia en los resultados finales de un tránsito está en entender el tipo de energía que se activa en un determinado momento de nuestra vida y en el correcto uso de nuestro libre albedrío, porque es cierto que hay cosas que, tal vez, no podemos evitar vivir ya que forman parte de nuestros procesos evolutivos o destino, pero definitivamente podemos elegir cómo queremos vivir esas experiencias. Esa, es nuestra elección y por ella sí debemos responsabilizarnos.